La posible adquisición de Warner Bros Discovery por Netflix marcaría un antes y un después en la historia del cine y el entretenimiento global. Lo que muchos veían como un rumor imposible, hoy parece un paso inevitable en la evolución (o disrupción) del modelo audiovisual. Y aunque pueda parecer una tragedia para la industria tradicional, la verdad es que todos hemos participado en el camino que nos llevó hasta aquí.
Durante más de una década, Hollywood se acomodó bajo el brillo del streaming. Directores, guionistas y estrellas firmaron contratos millonarios con la plataforma; mientras tanto, cientos de creativos trabajaron en producciones medianas, muchas veces hechas solo para llenar catálogo. Festivales, críticos, premiaciones e incluso nosotros como audiencia global impulsamos el fenómeno: más de 300 millones de personas consumimos Netflix a diario, ya sea para ver obras maestras, contenido sólido o simples producciones para pasar el rato.
La única resistencia persistente fue la exhibición en salas. Cadenas de cine siempre vieron al streaming como un enemigo que acortaba la ventana teatral y amenazaba su negocio. Sin embargo, la batalla estaba perdida desde el primer momento en que IFC Films y Magnolia probaron estrenos simultáneos en 2006. Un año después, Netflix lanzó Watch Now y el resto es historia.
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ToggleNetflix lo hizo primero, lo hizo grande y lo hizo rápido
Mientras otros intentaron adaptarse, Netflix avanzó con una agresividad que ningún estudio tradicional pudo igualar. Su mayor acierto fue entender lo que nadie quería aceptar: el espectador moderno quiere ver lo que quiere, cuando quiere y donde quiere. La pandemia solo aceleró el proceso.
El problema es que la industria tradicional reaccionó tarde. Los cines no implementaron estrategias innovadoras para convivir con lo digital, y las distribuidoras terminaron recortando ventanas de estreno para sobrevivir. Cuando Warner Bros Discovery comenzó a debilitarse, Netflix vio la oportunidad perfecta para adquirir franquicias icónicas e IP explotables, acumuladas durante más de 100 años.
Aunque la compra aún debe pasar por regulaciones y podría tardar entre 12 y 18 meses, el movimiento ya cimbró Hollywood. Paramount podría intentar contraofertar, pero por ahora parece que Netflix está un paso adelante.
¿Qué significa esto para el futuro del cine?
Ted Sarandos aseguró que respetará los acuerdos teatrales vigentes, pero dejó una frase clave: “Con el tiempo, las ventanas evolucionarán para ser más amigables con el consumidor y llegar a él más rápido.” En otras palabras: la prioridad seguirá siendo el streaming.
Es fácil imaginar un futuro próximo donde solo un puñado de películas de Warner Bros lleguen al cine por unas semanas, mientras la mayoría se estrena directamente en la plataforma. Quizá 30 días de ventana teatral será lo máximo; para muchos títulos, estreno simultáneo será la norma.
Tal vez Netflix no buscó destruir el modelo cinematográfico tradicional, pero tampoco ha intentado salvarlo. Comprar cines en París o Los Ángeles, organizar premieres glamorosas para directores famosos… todo eso parece más una estrategia diplomática que un verdadero rescate de la experiencia en salas.
Si esta adquisición se concreta, será el cruce definitivo del Rubicón para Hollywood. Un gigante tecnológico absorberá un estudio histórico, mientras el resto del mundo observa desde el sillón.
Opinión editorial
Nos guste o no, estamos viviendo un cambio irreversible. El cine no desaparece, pero se transforma. La sala se vuelve un lujo, no la regla. Quizá el reto sea no lamentarlo, sino adaptarnos y encontrar nuevas formas de disfrutar historias, ya sea en pantalla gigante o desde casa.
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