El secretario de Defensa, Pete Hegseth, insistió el domingo en que los ataques a Irán por parte de Estados Unidos contra instalaciones nucleares no tenían como objetivo provocar un cambio de régimen en Teherán. Sin embargo, no presentó ningún plan para evitar una escalada mayor si Irán decide tomar represalias, y señaló que aún es demasiado pronto para evaluar el alcance total de los daños.

Durante una rueda de prensa celebrada por la mañana, Hegseth y el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Dan Caine, afirmaron que los tres sitios nucleares atacados sufrieron “daños extremadamente graves”, aunque aún no se sabe si Irán conserva capacidades nucleares operativas.

“Esta misión no ha tenido nada que ver con un cambio de régimen”, declaró Hegseth. La operación, denominada Martillo de Medianoche, consistió en una serie de ataques a Irán dirigidos a instalaciones nucleares clave con el objetivo de “neutralizar” su capacidad para desarrollar armas nucleares, tras meses de estancamiento en las negociaciones con el régimen.

Contexto estratégico de los ataques a Irán

La misión comenzó el viernes por la noche con la salida de siete bombarderos B-2 Spirit desde Estados Unidos continental en un vuelo de 18 horas, respaldados por más de 125 aeronaves y un submarino lanzamisiles. Fue la primera vez que se utilizó la bomba perforadora GBU-57 de 13.600 kg, que impactó en la fortificada planta de Fordo, una de las instalaciones nucleares más protegidas de Irán. Se emplearon catorce bombas en total en ataques que duraron 25 minutos.

Se trata de la misión más larga con B-2 desde 2001, con despegue desde la Base Aérea Whiteman (Misuri) hacia Medio Oriente.

El presidente Donald Trump calificó los ataques a Irán del sábado por la noche como un “éxito militar espectacular”, asegurando que las principales instalaciones nucleares habían sido “completamente destruidas”.

Sin embargo, Caine advirtió que la evaluación completa de los daños llevará tiempo. Aunque reconoció “destrucción severa” en las tres instalaciones, evitó afirmar que estas hubiesen sido totalmente eliminadas.

Hegseth recalcó que la operación fue precisa y limitada, y minimizó la posibilidad de una guerra regional prolongada.

“En cualquier conflicto puede pasar cualquier cosa, lo reconocemos”, dijo. “Pero el alcance de esta operación fue deliberadamente limitado. Ese es el mensaje que estamos enviando”.

Funcionarios estadounidenses temen represalias por parte de Irán o sus aliados en la región, dirigidas a las fuerzas norteamericanas. Más de 40.000 soldados y civiles del Departamento de Defensa están desplegados actualmente en Medio Oriente.

Aunque no se especificaron medidas adicionales de protección, Caine afirmó que el Comando Central de EE.UU. ha “elevado los niveles de protección” especialmente en Irak, Siria y el Golfo Pérsico.

“Nuestras fuerzas están en máxima alerta y listas para responder a cualquier ataque iraní o de sus aliados. Sería una muy mala elección para ellos”, afirmó Caine.

Ambos funcionarios destacaron el carácter altamente confidencial de la operación. Según Caine, algunos bombarderos B-2 partieron hacia el Pacífico como señuelo, mientras otros se dirigieron al objetivo en Medio Oriente.

“Estoy especialmente orgulloso de la seguridad y el secreto que rodearon esta operación”, afirmó, subrayando que era una prioridad para el presidente.

Hegseth ha sido cuestionado por su manejo de información sensible, tras compartir detalles de una operación inminente contra los hutíes en Yemen a través de una aplicación de mensajería, donde accidentalmente incluyó a un periodista.

Aseguró que los legisladores fueron notificados del ataque “una vez que los aviones ya estaban a salvo”, cumpliendo así con la Ley de Poderes de Guerra.

Aunque informes recientes de inteligencia indicaban que Irán no estaba fabricando armas nucleares, Hegseth defendió la acción de Trump:

“El presidente fue claro. Evaluó toda la información y concluyó que el programa nuclear iraní representa una amenaza real”.

El Pentágono respaldó esta afirmación, subrayando que los ataques a Irán eran necesarios para frenar el avance del programa. Estos bombardeos a Irán forman parte de una estrategia mayor para mantener el equilibrio de poder en la región.

Algunos senadores republicanos como Tom Cotton, Lindsey Graham y Ted Cruz instaron a Trump a aprovechar el momento para actuar. Mientras tanto, figuras del ala populista MAGA como Steve Bannon, Tucker Carlson y la congresista Marjorie Taylor Greene criticaron duramente la intervención.

Tras el anuncio de Trump, muchos de sus escépticos se alinearon con la decisión, aunque persisten dudas legales.

“Esto no es constitucional”, escribió el congresista Thomas Massie en X.

Massie, junto con Ro Khanna y el senador Tim Kaine, impulsan resoluciones para restringir el uso de la fuerza sin autorización explícita del Congreso.

La representante Alexandria Ocasio-Cortez calificó la decisión de Trump como “una clara causal de juicio político”, y afirmó que:

“El presidente ha violado gravemente la Constitución al bombardear Irán sin autorización. Ha arriesgado una guerra que podría atraparnos por generaciones”.

En este contexto, los ataques a Irán han reavivado el debate sobre el equilibrio de poderes y la legitimidad de intervenciones militares sin aprobación legislativa. Mientras tanto, el Pentágono asegura que continuará evaluando la situación sobre el terreno y determinando la eficacia de los ataques contra las instalaciones nucleares enemigas.

Este artículo es una traducción del original publicado por Politico. Para seguir más noticias actualizadas sobre política y economía mundial, visita Tiempos De Diversión.